Aviso

Las entradas de este blog que no fueran relatos han sido movidas a mi otro blog. Fantasmas de Plutón queda entonces sólo como blog para la creación literaria.

jueves, 17 de enero de 2019

Radio en la noche

puente
Hubo un tiempo que, por trabajo o por aburrimiento, no lo tenía muy claro, se había aficionado a esos programas de radio nocturnos en los que la gente cuenta sus cosas. Los había de todo pelaje; los desenfadados y socarrones que aprovechaban el anonimato del medio para hablar del sexo más aberrante e imaginario concebido por mentes realmente enfermas y ávidas de experiencias. Los había con inquietud cultural que hablaban de historias perdidas y de filosofías olvidadas. Muchos eran incluso brillantes.

Algunas épocas transitaba por emisoras locales en los que presentadores y presentadoras nada convencionales daban rienda suelta a sus filias. Todos ellos gozaban de una clientela fiel que formaba círculos de complicidad en los que sabía que nunca podría entrar. De los programas de ciencias ocultas solía aburrirse porque ni siquiera trataban de parecer serios. De hecho sí que un día se tragó uno entero en el que entrevistaban a un “auténtico extraterrestre”. Luego se supo que era un señor de Albacete aburrido con ansias de protagonismo.

Pero una noche cayó en los programas de ayuda. Solidarios los llamaban. En una emisora la gente pedía y otros ofrecían, en otra radiaban ofertas de trabajo y en una tercera ofrecían citas y grupos de amigos para gentes solitarias. Pero los más eran los de ayuda a personas con problemas. Casi siempre era una presentadora con voz susurrante la que conducía una sucesión de dramas, lloros y cantos a la vida en orden caótico y desconcertante. A uno de esos había llamado en un grito de auxilio: No puedo más dijo y múltiples llamadas le ofrecieron ayuda y solidaridad. Les damos tu teléfono por privado dijo la presentadora, no te preocupes, resiste.

Nunca llamó nadie. Quizá ahora sonaba el teléfono, en casa, pero ya no podía oírlo. Sólo oía el murmullo de las aguas pasando por debajo del puente, esperando a que llegara tras la caída.