Aviso

Las entradas de este blog que no fueran relatos han sido movidas a mi otro blog. Fantasmas de Plutón queda entonces sólo como blog para la creación literaria.

lunes, 23 de junio de 2014

El río

Agradecía la última reforma de la ciudad. Cuando, un día y por trabajo, se acercó a la zona y se encontró con las vallas que habían colocado allí los operarios el día antes maldijo al maldito alcalde y a las elecciones que se acercaban. Pensó que debía buscar otro sitio para su actividad, y mientras duraron las obras tuvo que hacerlo, pero ahora se alegraba de la iniciativa municipal.

Estaba en un pequeño merendero que el ayuntamiento había levantado en
uno de los márgenes del río esperando que las familias aprovecharan las mañanas de domingo. Pero el hecho de que estuviera un poco apartado del núcleo urbano y en un estado lamentable de conservación contribuía a que nadie pasara por allí. Nadie excepto él, él sí aprovechaba el camino asfaltado que llegaba hasta los chopos y al caminito serpenteante entre cañas y mesas de piedra hasta el mismo borde del río. Aunque antes de la remodelación tenía el disimulo de los márgenes abandonados del río ahora tenía la rapidez y la comodidad de llegar a las lindes más fácilmente.

Se dirigió al coche en silencio, abrió el maletero y sacó el cuerpo atado que había dentro y lo arrastró hacia la orilla. Allí esperaban cuerdas y unas pesas que fueron atadas prestamente al cuerpo del prisionero que en ese momento abrió los ojos e intentó zafarse del mortal desenlace. Forcejeó para evitar lo inevitable, pero una piedra en la sien lo devolvió a la tranquila inconsciencia previa, entonces nuestro hombre se cercioró de que nadie se encontraba cerca, algo fácil teniendo en cuenta que era de madrugada. Sólo le quedaba levantar el cuerpo pesado de su acompañante y, no sin esfuerzo, lanzarlo a las oscuras aguas.

Al caer oyó dos chapoteos. Alarmado, levantó la vista justo a tiempo de observar, en un puente cercano, como una silueta oscura lo miraba. Evidentemente también tenía algo que ocultar en el río, y acababa de hacerlo. Dudó, no supo qué hacer, el otro también lo miraba, pero estaba demasiado lejos para poder reconocer a nadie. Su observador estaba debajo de una farola en el puente, pero él gozaba de la protección de la sombra que proporcionaban los árboles ribereños por lo que se permitió no moverse en espera de ver qué ocurría. Observó tranquilamente cómo el otro salía corriendo, y decidió que podía borrar sus huellas sin preocuparse de nada

Siguió el sendero con la satisfacción del deber cumplido y con la despreocupación del que se cree seguro y a salvo. Por eso cuando llegó al coche no vio la  sombra que lo rodeaba ni el brillo acerado que rápidamente se movió hasta entrar repetidamente entre sus costillas.

domingo, 15 de junio de 2014

La voz interior

Era uno de aquellos sábados normales en familia. Mañana remoloneando en casa y tarde de compras en centro comercial.

Después de la consabida visita en el hipermercado me tocó ir al coche a guardar toda la compra mientras mi mujer se dirigía a la planta superior con el mayor de nuestros hijos ya que era imperativo revisar su colección de zapatillas de deporte que amenazaba con quedar desierta. El pequeño estaba bien dormido sobre el carro de la compra, era uno de estos adaptados para poder llevar sin problemas a bebés mientras dilapidas tu sueldo en objetos de consumo que quizá no necesites.

Guardada en el maletero la mitad de mi sueldo convertida en alimentos perecederos dejé el carro en la zona habilitada para ello y cargué con el niño a cuestas. decidí no coger el carrito para que no se durmiera antes de poder engullir la merienda que mi mujer había preparado. Entré de nuevo al centro comercial y me dirigía de nuevo al encuentro de la otra mitad familiar cuando me sentí ciertamente extraño... Enfilaba las escaleras mecánicas con mi hijo a cuestas. Las escaleras eran colindantes a la amplia plaza central donde las tres plantas comerciales en un día normal respiraban y hoy mostraban el bullicio desmesurado propio de un sábado de rebajas.
escaleras

Como decía me sentía extraño, pero no era nada físico, era una especie de desconexión, un rum rum en la cabeza, esa sensación que es como si acabaras de aparecer en un sitio extraño. Estaba ya en el segundo tramo de escaleras cuando me asaltó la idea. La idea no era mía. Me explico, fue como una revelación, como si mi voz interior intentara convencerme de algo que veía con total nitidez.

- Si tiro a mi hijo hacia abajo, no pasa nada... Puedo hacerlo, es muy fácil... Lo lanzo y sigo adelante... A quién le importa... Podría hacerlo, no costaría nada

¡Realmente lo estaba pensando! No era una idea que me pareciera descabellada, ¡lo estaba valorando! Y eso fue lo que encendió todas las alarmas. ¿De verdad me plantaba lanzar a mi hijo de meses desde un segundo piso hacia una plaza atestada de transeúntes?

Sacudí la cabeza, deseché la idea... pero seguía ahí, una vocecita me decía "Hazlo, no pasa nada, es taaan fáaacil". Tuve que sobreponerme a ello la curiosidad del "a ver qué pasa" casi me convence. Hice acopio de aplomo y terminé de subir las fatídicas escaleras para dirigirme a la zapatería donde mi esposa bregaba con los deseos infantiles de nuestro vástago mayor.

No compramos sólo zapatillas ese día. Un chándal, dos libros y tres cd después nos dirigíamos al coche mientras a mí se me había olvidado completamente el episodio de las escaleras. Pero al llegar a la plaza central no pudimos pasar, la policía había cerrado la zona. "¿Qué ha pasado?" preguntamos.

- Uno que ha tirado a su hijo desde uno de los balcones...
- ¿Cómo se puede ser tan...?
- Se ha tenido que volver loco... un niño tan pequeño...
- Le he oído decir que oía voces. Una le ha dicho que lo hiciera.
- Ya lo he dicho, hay que estar majareta para hacer algo así, esta gente debería estar encerrada.

Y mientras trataba de disimular mi sudor frío y recuperar el color se oyó un grito en multitud de gargantas, un chillido y un golpe sordo.

- ¡Joder! ¡Han tirado a otro!

sábado, 14 de junio de 2014

Reempezamos!


restart

Hace más de un año y medio me rondaba por la cabeza la idea de crear un blog donde dar rienda suelta a muchas de las ideas que me bullían y pugnaban por salir. No tardé mucho en hacerlo, a primeros de noviembre de 2012 veía la luz este blog.

La idea era sencilla y a la vez compleja. Como me apetecía hablar de todo decidí crear toda una caterva de alter egos especializados en diversos temas que servirían para ordenar tanto las categorías como para dar diferentes enfoques o estilos a los artículos que debían salir a la luz. Así me rodeé de unos pocos alienígenas exiliados procedentes de los confines (casi) del sistema solar a los que doté de voz y personalidad.

El problema estribó en que para mantener tan pretenciosas intenciones hace falta tiempo. Tiempo y mucha sabiduría. Mi intención inicial de tratar muchos temas no sentando cátedra pero sí con cierta autoridad y conocimiento de causa requería que cada artículo de no ficción se viera sustentado con referencias y una cierta investigación preliminar para refrendar y reforzar conocimientos previos.

La idea no era mala, no me lo parece. El problema es el tiempo, siempre el tiempo. La vida está llena de proyectos y este, uno más pero no menos importante, requería mucho. Y con poco tiempo disponible me encontré que con que todos los artículos eran primeras versiones. Me explico. No es que no cumplieran con el mínimo de calidad autoimpuesta, ni que no tuvieran un trabajo subyacente de documentación suficiente, no, o casi. La cuestión es que al redactado no se le podía prestar toda la atención necesaria. Se publicaba rápido para mantener un buen ritmo (que luego decayó), se terminaban los artículos en horas intempestivas sin posibilidad de revisión ni maduración y, al releerlos, aparecían evidentes faltas de argumentación, redactados evidentemente mejorables y cientos de ideas a desarrollar en cada artículo en el tintero (lo de cientos es, claro está, una licencia, aunque ahí quedan anotados artículos sobre el HAARP, Lilith, Betty y Barney Hill, Ummo o los Annunakis...).

Por eso, y tras varios meses de sequía, he decidido reformar el blog, cercenarlo y segregarlo. Muy a mi pesar debo prescidir de todo aquello objetivo, académico o divulgativo y quedarme sólo con lo creativo y de opinión. ¿Por qué? Porque al fin y al cabo ya representaba la mayoría de lo publicado. Fantasmas de Plutón permanece como espacio de creación literaria. Aquí iré publicando microrrelatos o relatos por entregas, es decir, todo lo que hasta ahora esta haciendo mi queridos Fantasma y Experimental. Lo que hacía Plutonero viaja a un nuevo blog pero desde un punto de vista mucho más personal, menos divulgativo. ¿Y el resto? El resto deberá dormir el sueño de los justos en espera de que, en mejores tiempos, recupere el proyecto y les dé vida de nuevo. Aunque, justo es decirlo, es mucho más que probable que todos los temas pendientes vean por fin la luz aunque de forma mucho más amigable (al menos para el autor XD ).

Gracias a todos mis alter egos, ellos mantuvieron la ilusión de que se podía hacer mucho con muy poco. Gracias, en definitiva, a todos los alienígenas. Al fin y al cabo son ellos los que nos mantienen con los pies en la tierra mirando a las estrellas. Pero gracias a tí, sobre todo, porque si estás leyendo estas palabras es que te has tragado un buen tostón hasta llegar al final, intentaré que los nuevos Fantasmas de Plutón no te decepcionen y te entretengan un rato.

Gracias.