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Las entradas de este blog que no fueran relatos han sido movidas a mi otro blog. Fantasmas de Plutón queda entonces sólo como blog para la creación literaria.

jueves, 29 de noviembre de 2012

La hora de la comida

Era un dia como otro cualquiera por la mañana. Se encontraba en la puerta del colegio dejando a sus hijos y allí estaba ella.

Se estaba despidiendo con un beso. No podía dejar de mirarla, en cuclillas, con su abrigo marrón. Pero debía irse, era tarde y había que ir al trabajo. En la oficina no dejaba de pensar en ella, quizá por eso no fue ese un día demasiado productivo y decidió hacerlo: la llamó. No podia dejar pasar el momento, se había decidido y no debia dejarlo enfriar. Ella se sintió sorprendida, no esperaba una llamada de él, y menos en ese momento, pero accedió a verlo a la hora de la comida, parecía intrigada, quizá un poco preocupada, la excusa para encontrarse no debió ser convincente. El se quedó un poco más tranquilo , quizá excitado ante la posibilidad de futuro, y pudo dedicarse a trabajar mientras llegaba la hora deseada.

En cuanto salió de la oficina, mucho más puntualmente que cualquier otro día, la vió llegar. Le saludó con una sonrisa un poco forzada y le preguntó que qué era aquello que no podía esperar y ¿por qué debía decírselo en persona? Él no dijo nada, sólo sonreía, era incapaz de articular ninguna palabra, la cogió de la mano y la llevó hasta un hotel cercano en el que había ya reservado habitación. Sin que ella saliera de su asombro y sin darle tiempo a reaccionar se le echó encima en cuanto entraron en la habitación. La besó como si no fuera a verla otra vez. Ella al principio no reaccionó, sorprendida, sin ni siquiera deshacerse del bolso o quitarse ese abrigo marrón, pero no tardó en corresponderle.

Se besaban mientras se quitaban la ropa el uno al otro. De golpe estaban en la cama, él estaba encima y ella lo recibió con un jadeo. Hicieron el amor hasta olvidarse de la comida, sin decirse ni una sola palabra.

Más de una hora más tarde salieron, casi avergonzados al pasar por recepción a devolver la llave, y se despidieron. Ella se fue y él volvió a la oficina. La tarde fue plácida y tranquila, pudo trabajar tan a gusto que recuperó el tiempo perdido por la mañana. No dejaba de sonreirse, la felicidad puede estar tan cerca...

Era tarde cuando llegó a casa. En el comedor estaba su mujer, nerviosa y gritando a los niños que estaban en el baño. Dudó antes de entrar, no sabía cómo debía reaccionar, dio un paso al frente y se encontró con ella. Se miraron a los ojos y al instante supo que ella sabía lo que estaba pensando él.

Lo sabía porque ella estuvo toda la tarde pensando en su breve pero intenso encuentro a la hora de la comida, con el mismo cosquilleo recorriéndole la espalda y la misma sensación de plenitud. Y, sin hablar pero sonriendo con los ojos de adolescente enamorado, estuvieron de acuerdo.

La felicidad está tan cerca...
Fantasma


6 comentarios:

  1. Y a la vez tan lejos! Me gusta el cuento de hoy...a veces la vida necesita un punto de locura.

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  2. "lo recibió con un jadeo"???...uyuyui...alguien ha leído más sombras de las que reconoce!!!

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    Respuestas
    1. Si parece que habeis inventado ahora la literatura erótica... Eso ya lo escribía Danielle Steele cuando Corín Tellado era joven!!

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  3. Te han pillado...pero puedes seguir con la segunda entrega que no todo van a ser penas!!!

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  4. qué tienes que hacer el lunes al mediodía? ;-)

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  5. No m´he esperava el final, ha sigut una sorpresa. Es com la altre historia del somni, esperant que la cosa vagui a mes o passi alguna cosa mes i de cop hi volta, pam... Jo crec que té que haver hi una continuació de alguna de les dos histories, al menys una segona part

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